Quien conoce a los demás es inteligente; quien se conoce a sí mismo tiene visión interna. Quien conquista a los demás tiene fuerza; quien se conquista a sí mismo es realmente poderoso. Quien sabe cuándo ha obtenido bastante es rico, y quien sigue asiduamente el sendero del Tao es alguien de propósito constante. Quien permanece en el lugar en el que ha encontrado su verdadera casa vive mucho tiempo, y quien muere, pero no perece, goza de la auténtica longevidad.
Sosiego
El maestro le insistía a su discípulo una y otra vez en el sosiego.
– Deja que tu mente se remanse, se tranquilice, se sosiegue.
– Pero ¿qué más? –preguntaba impaciente el discípulo.
– De momento sólo eso.
Y cada día exhortaba al discípulo a que se sosegase, superando toda agitación, y encontrase un estado interno de quietud.
Un día el discípulo, harto ya de recibir siempre la misma instrucción, preguntó:
– Pero ¿por qué consideras tan importante el sosiego?
– Acompáñame –le pidió el maestro.
Lo condujo hasta un estanque y con un palo comenzó a agitar sus aguas. Preguntó: – ¿Puedes ver tu rostro en el agua?
– ¿Cómo lo voy a lograr si el agua está agitada? Así no es posible –protestó el discípulo, pensando que el maestro se burlaba de él.
– De igual manera, mientras estés agitado no podrás ver el rostro de tu Yo Interior.